Diego Bianki en Galería Mar Dulce
por Diego Marinelli
(Ñ, Diario Clarín, 24.07.10)
Bianki es uno de los referentes de la ilustración argentina. Un tipo hiperactivo y multifacético que hace poco más de diez años decidió abandonar la caótica Buenos Aires e instalarse del otro lado del río, en Colonia. Evidentemente no iba en busca de bajar su ritmo productivo, ya que desde allí continuó colaborando con medios como La Vanguardia (Barcelona), Público (Madrid) y Ñ, y manejando los hilos de Pequeño Editor una delicada editorial en la que publicó varios libros para niños y dio visibilidad a muchos de los autores que conforman la nueva generación de ilustradores argentinos.
Lo que sí hizo en Colonia, cuando sus múltiples actividades se lo permitían, fue sumergirse en el universo del candombe y las tradiciones de raíz africana que tanto y tan bien han florecido en Uruguay. Al principio hubo un acercamiento de tipo vouyeur, luego se convirtió en una especie de observador silencioso que deambulaba entre los músicos y bailarines, hasta que finalmente aceptó la invitación de colgarse un tambor e integrarse a la comparsa. Registro de esa experiencia es "Candombe: fiebre de carnaval", un magnífico libro-objeto en el que Bianki plasma su visión de la cultura negra en el Río de la Plata.
El libro, de alguna manera, es una pieza de no-ficción, una crónica pictórica de los códigos, la poética y la imaginería de las murgas uruguayas. No es fruto de una visión epidérmica, turística, sino de una experiencia personal de alta intensidad, comprometida con el objeto en cuestión. Bianki no fue simplemente a curiosear por los "tablados" o las "llamadas" en los momentos álgidos del carnaval. Le puso el cuerpo, se sacó sangre en las manos dándole a los parches. Y en el libro eso se nota.
Bianki utiliza su propio lenguaje -la ilustración- para revelar los códigos del lenguaje de las comparsas, poniendo en juego elementos como collages, fragmentos de estampillas o envoltorios de golosinas típicamente uruguayas, que se integran dentro de una colorista serie de escenas en las que van apareciendo diferentes conceptos relacionados con la cultura del carnaval. Estableciendo un sutil equilibrio entre su estilo propio y los colores e iconos caraterísticos del carnaval rioplatense, Bianki propone un recorrido pedagógico por la vestimenta y los ritos de las comparsas que, a medida que avanzan las páginas del libro, va ganando intensidad a través de escenas que se adentran en la identidad pagana, sensual y liberadora del carnaval.
En paralelo a la publicación del libro, la galería Mar Dulce abrió una exposición que puede verse hasta el próximo 31 de julio (el 30 de julio, allí será la presentación oficial, en la que participarán Tomás Abraham, Christian Ferrer y Ral Veroni). Si el libro muestra la culminación de un proyecto artístico, la exposición permite echar un vistazo al camino que Bianki siguió para llegar hasta allí. En las blancas paredes de esta casa-galería de Palermo cuelgan estudios y ensayos de imágenes que luego cristalizaron en el libro, escenas que quedaron afuera y ejercicios de resemantización como unos parches de tambor usados como lienzos de pinturas, entre otras curiosidades que dan cuenta de la trastienda del proceso creativo. En conjunto, conforman una excelente argumentación para quienes defienden la idea de que la ilustración ya ha dejado de ser un mero acompañante de textos y se ha convertido en un arte, en un verdadero arte.
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